No puedo pensar de un mejor modelo de liderazgo que Nehemías. Una vez tomé asiento y miré por sobre el hombro de Nehemías por un par de horas, revisando las cosas que este antiguo líder judío anotó mientras reconstruía el muro que rodeaba a Jerusalén. Al leer, se me ocurrió que su diario es una compilación de nociones de liderazgo. Los primeros seis capítulos de Nehemías deben ser lectura exigida cada año para todos los líderes, así como también para los que desean serlo.
En su libro hallé siete destrezas esenciales que los líderes cristianos de hoy pueden usar como piedras sobre las cuales construir su propia estrategia de liderazgo.
La primera piedra de cimiento es una pasión por el proyecto. La pasión incluye visión, entusiasmo, empuje, determinación, sueños creativos e ideas innovadoras. Los líderes con pasión pueden captar el cuadro en grande sin enredarse o preocuparse por todos los detalles. Nehemías casi ni podía dormir al imaginarse logrando el objetivo de Dios. Su pasión se salía del gráfico.
La segunda piedra de construcción es la capacidad de motivar a otros. Llevarse bien con otros es una parte esencial de liderazgo. Esto incluye habilidades tales como verbalizar ideas, sueños y preocupaciones; articular metas en forma sucinta y sencilla; y demostrar fortaleza organizacional y energía sin límites. Los líderes que motivan, inspiran a otros hacer lo mejor. Con rapidez afirman y otorgan crédito a quien se lo merece. Nehemías fue fuerte en todos estos puntos.
La tercera piedra es una confianza indeclinable en Dios. El diario de Nehemías está lleno de oraciones: silenciosas, breves, específicas. Él nunca dejó de recordarle al pueblo la presencia y protección del Señor. Los líderes que son genuinamente creyentes consistentemente dirigen la atención de otros a la Fuente de fortaleza; a Aquel que puede lograr lo imposible, el Proveedor asombroso. Su confianza en Dios no vacila. Su fe es contagiosa. Mientras que ocasionalmente pueden dudar de su propia capacidad, no dudan de la consagración invencible de Dios a su obra.
Perseverancia y paciencia ante la oposición marca la cuarta piedra. Nehemías lo soportó todo: sarcasmo, suspicacia, chismes, mofas, amenazas, notas anónimas, cartas abiertas, falsas acusaciones; y mucho más. Nada de eso lo amilanó. Ningún líder puede sobrevivir si no puede ser paciente y perseverante ante la crítica. Es importante ser firme en propósito sin volverse cascarrabias, vengativo o cruel. El enojo expresado por la razón correcta en el momento correcto es apropiado y saludable, pero guardar rencores no lo es.
La quinta piedra que poner en su lugar es una noción práctica, equilibrada de la realidad. En tanto que el líder puede tener sueños e ideas, no vive en un mundo ilusorio con su mente fija en el ideal. Los datos reales, la evidencia firme, están en su enfoque claro. Cuando Nehemías empezó su discurso de apertura, era obvio que él no era para nada un porrista con la cabeza llena de humo: “Ustedes ven el mal en que estamos” (Nehemías 2:17). Les dijo a los obreros que perseveraran en su trabajo, pero con sabiduría colocó a otros para proteger del ataque al muro. Astuto, discernidor, firme; actuó sin reaccionar en forma exagerada. Expresó gracia y sin embargo se mantuvo firme sin doblegarse. Los buenos líderes mantienen ese equilibrio necesario entre ser positivo y darse cuenta de lo negativo.
La sexta es una disposición a trabajar duro y mantenerse sin egoísmo. Todos los líderes creyentes tienen por lo menos algo en común: diligencia. También saben el valor de cerrar por el día (diligencia y adicción al trabajo no son sinónimos). Debido a su arduo trabajo, Nehemías fue nombrado “gobernador de la tierra de Judá” (Nehemías 5:14) incluso antes de que el muro quede terminado. Aceptó su nombramiento con humildad, rehusando tratamiento especial y estando dispuesto a sacrificarse por el bien del pueblo. Nehemías dictó un cursillo sobre liderazgo servidor.
Finalmente, los líderes deben tener la disciplina para terminar el trabajo. Los buenos líderes terminan las cosas. Saben cómo concentrarse en lo esencial sin permitir que detalles perfeccionistas interrumpan la marcha. Estoy seguro de que algunas de las piedras de Nehemías estuvieron un ápice torcidas y unas pocas de las junturas tal vez estaban algo sueltas. Tal vez una puerta o dos no estaban perfectamente a nivel, y sin duda alguna un par de bisagras chirriaban . . . pero él terminó la tarea. Misión cumplida. Fin. ¡Hecho!
Y cuando la tarea queda concluida, los buenos líderes celebran . . . ¡se divierten! En el caso de Nehemías, hicieron fiesta caminando sobre el muro, marchando, cantando y gritando; incluso invitaron a un par de coros cuyos “cánticos y alabanzas y acción de gracias a Dios” (Nehemías 12:46) se podían oír desde lejos. ¡Qué fiesta más grandiosa!
La demanda por líderes cristianos con carácter continúa. Ezequiel anotó el ruego de Dios por líderes que “se pongan en la brecha delante de mí por la tierra,” pero, trágicamente, “no lo halló” (Ezequiel 22:30). La búsqueda divina continúa hoy. Decidamos ser los hombres y mujeres que Dios está buscando para que se pongan en la brecha. Seamos los Nehemías de esta generación: líderes que logran que las cosas se hagan para la gloria de Dios, permaneciendo fuerte sobre las piedras de construcción del liderazgo.
Tomado de Charles R. Swindoll, “7 Building Blocks for Leaders,” Insights (Febrero 2007): 1, 3. Copyright © 2007 por Charles R. Swindoll, Inc. Todos los derechos reservados mundialmente.