En cambio, renunció a sus privilegios divinos; adoptó la humilde posición de un esclavo y nació como un ser humano. Cuando apareció en forma de hombre. . . (Filipenses 2:7, NTV)
Había una vez un agricultor que se hartó de la Navidad y de todo lo que olía a “cristiano.”
Tarde en una cruda noche de invierno, se sentó solo en casa, leyendo. En el silencio oyó un golpeteo irregular contra la puerta del porche de atrás. Encendió la luz. Para su sorpresa, las golondrinas que habían hecho su nido en un árbol cercano estaban volando contra el cristal, casi como si estuvieran golpeando para entrar. La rama en que habían construido su nido había caído bajo el peso del hielo. Su corazón se compadeció por las aves.
Se puso sus botas de nieve, su abrigo, y abrió la contrapuerta. De inmediato las aves se alejaron volando. Luchando contra la nieve, se abrió paso hasta llegar al granero. Abrió la puerta de par en par y se preguntaba cómo podía lograr que las asustadas aves entraran al lugar seguro.
Preparó un enorme nido de paja, pero las aves ni siquiera se acercaban. Regó unas cuantas migas de galletas en un sendero desde el árbol hasta el granero. Pero las aves no lo siguieron. Trató de espantarlas, pero todo lo que lograba era alejarlas. Encendió un par de velas en el granero, esperando que el calor las atrajera. Pero para las aves, él era solamente algo a lo cual temer. No sabía nada de su lenguaje y nada de su mundo.
Pensó, Si tan sólo hubiera alguna manera en que pudiera volverme pájaro. Si tan sólo por unos pocos momentos pudiera comunicarles lo mucho que me intereso por ellas, podría llevarlas al granero y ellas podrían estar seguras y abrigadas de nuevo.
En ese momento, como sólo Dios podía haberlo planeado, las campanas de la iglesia empezaron a repicar a la distancia. El agricultor de súbito recordó, al mirar su reloj y verificar la fecha, que era la mañana de Navidad.
En ese momento captó el verdadero significado de Navidad: Que un hombre se hiciera pájaro es nada comparado a Dios haciéndose hombre. Eso fue lo que hizo el Salvador; vino para rescatar al mismo agricultor y a toda la humanidad del frío del pecado. Allí, en la espesa nieve del porche de atrás cayó de rodillas, abrió su corazón y volvió a Dios.1
- Adaptado de un relato de Philip Yancey y Paul Harvey, según le relata Charles R. Swindoll en, Come Before Winter and Share My Hope (Grand Rapids: Zondervan, 1985), 351–52.