Los “don nadie”. De algunos “don nadie” cuyos nombres probablemente usted nunca había escuchado antes. De algunos como, Caín, Abraham, Esaú y Samuel, usted ya ha oído hablar. No quiero torcer el significado normal de la palabra, pero en cierto grado todos somos unos “don nadie”. Una escena en la película de The Incredible Shrinking Man (El increíble hombre que se encogía) ilustra lo que quiero decir:
Un accidente de la ciencia condujo a Scott Carey a un insólito viaje que lo llevaría a descubrir la verdadera naturaleza de su importancia en el universo. Cuanto más pequeño se volvía, menos importancia en el universo. Cuanto más pequeño se volvía, menos importante se sentía, especialmente cuando se comparaba con el mundo que lo rodeaba. Carey, que medía 1.80 metros, por ser un notable científico podía cambiar su mundo, pero a medida que se encogía, la imagen que tenía de sí mismo se venía cada vez más abajo, llevando al vacío cualquier esperanza de ser “alguien”. Finalmente, al tener una estatura casi microscópica, se come su última comida y se echa a dormir, quizás para nunca despertar.
Echado de espaldas, el hombre miraba las estrellas. Eran muy hermosas, como diamantes blancos y azules al mismo tiempo, arrojados por todo un cielo de color negro brillante. No había ninguna luz de luna que iluminara al firmamento; sólo una obscuridad total, interrumpida por los puntitos encendidos de las estrellas. Y lo más maravilloso de ellas, era que seguían siendo las mismas. Las vio como cualquier hombre las veía, y eso le produjo un regocijo profundo. Él podía ser pequeño, pero la tierra misma era pequeña comparada con esto.
Al contemplar la inmensidad del espacio, el microscópico hombre comprendió algo importante. Nuestro universo se mide por eones y años de luz. Por tanto, para el Dios que lo creó todo, una persona que mida 1.80 metros puede tener una estatura de un milímetro. Desde la perspectiva del cielo, todos nosotros somos unas simples partículas. Pero cada uno es una partícula que el Señor consideró suficientemente valiosa como para dar Su vida por ella.
En el universo del Señor, todos somos personas muy pequeñas; unos “don nadie”. Sin embargo, por el sacrificio de Cristo, no hay nadie en el planeta tierra que sea un “don nadie”. Una persona no es importante por su fama, por su estatura o por la publicidad. Cada uno de nosotros es importante porque Dios ha dicho que lo somos.
Y eso también lo incluye a usted.
Usted es importante a los ojos de Dios. Entonces, la pregunta es: ¿Usted va a ser lo que ya es?
Cuatro Cualidades que Caracterizan a las Personas Significativas
Nuestro grado de influencia, y si esa influencia será positiva o negativa, dependerá en gran parte de las decisiones que hagamos. Le animo, por tanto, a ser la persona significativa que usted es. He descubierto que las personas significativas –unas cuantas de ellas son famosas, pero la mayoría son desconocidas— comparten las mismas cualidades. Las siguientes son las cuatro que con más frecuencia veo.
Una entrega abnegada
Las personas con más influencia son las que no se preocupan por quién recibe el reconocimiento, y nunca se quejan del papel que desempeñan. A pesar de todos los riesgos y de todos los heroicos esfuerzos que hicieron los hombres de David para restablecer su monarquía, no encontramos en ellos ni una sola queja, ninguna ínfula. Todos ellos se entregaron abnegadamente a David y unos a otros por una gran causa que era más importante que cualquier persona.
Un enfoque en la misión
Las personas con más influencia son las que se concentran en los objetivos correctos y no desperdician el tiempo yendo tras las cosas que no tienen importancia. Muchas organizaciones han perdido el rumbo porque sus líderes quitaron su mirada del objetivo y se dedicaron a las minucias. Los organigramas y las responsabilidades claramente definidas son para apoyar la misión, no los intereses egoístas de las personas.
Una actitud armoniosa
Las personas con más influencia son las que cultivan la armonía con los demás para lograr un bien mayor. Son las que desechan las diferencias y deciden pasar por algo las ofensas porque reconocen que el enemigo anda suelto. Los hombres de David estaban unidos en su objetivo de poner a David en el trono de Israel, y cuando estos hombres lo lograron, lo festejaron diciendo, en efecto: “David, éste es uno de los grandes momentos de nuestras vidas” (véase 1 Crónicas 12:38-40).
Una alegría contagiosa
Las personas con más influencia son las que inspiran humildad y unidad en los demás, una combinación que se traduce en alegría. Estoy convencido de que la alegría es una decisión, y que puede ser la cualidad más atractiva en una persona. La gente alegre tiene inmensas posibilidades de influir sobre las demás personas de una manera positiva, y rara vez dejan una habitación tal como la encontraron al llegar.
¿Y usted? ¿Prefiere usted ser una persona significativa o una persona famosa? La respuesta a esta pregunta determinará todo su futuro, incluyendo las decisiones que haga, la manera cómo se relaciona con las demás personas, y también cómo tratará de cumplir con el papel que Dios le ha asignado. Su responsabilidad es marcar una diferencia positiva. Del reconocimiento y la fama se encargará Dios.
Adaptado del libro Historias Fascinantes de Vidas Olvidadas, (Editorial Mundo Hispano © 2007). Copyright 2015 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.