Lo que Dios desea de usted
El año acaba de empezar, no obstante, las presiones de la vida ya regresaron. Horarios de trabajo de sesenta horas a la semana; una cuenta de banco muy limitada; niños o nietos demandantes con una fuente inagotable de energía, etc. ¿Le suena familiar?
Al mirar las páginas de la Biblia, casi al final del Antiguo Testamento, descubrimos tres cualidades que nos guían durante estos días de tanta presión. El profeta Miqueas nos enseña que Dios desea que Su pueblo haga tres cosas: practicar la justicia, amar la misericordia y andar humildemente ante Él (Miqueas 6:8).
Si lo analiza, se dará cuenta que la mayoría de las personas más reconocidas de la Escritura demostraban poderosamente estas cualidades aun en medio de una vida llena de prisas y presiones. Observemos tres de ellas para poder obtener ánimo e inspiración.
Practicar la justicia como Pablo
Considere al apóstol Pablo. Aun cuando se encontraba encadenado a dos guardas romanos; aun cuando sabía que había sido acusado falsamente y conocía la falta de carácter moral de sus jueces, Pablo tomó la determinación de hacer lo correcto y hablar la verdad de manera gentil y sensible. No ocultó nada ante sus interrogadores del palacio y les habló de su historial sangriento sin tratar de excusar su pasado. Todos podían ver el retrato realista de su vida.
Sin embargo, Pablo no solo expuso su pasado sino que agraciadamente habló de la visión que recibió del Cristo resucitado y de cómo encontró una nueva vida.
Pablo quien fuese una vez enemigo del Evangelio, ahora vivía proclamándolo (Hechos 26:12–16). Y eso exactamente fue lo que hizo. Pablo se apropió fuertemente de la directriz de Miqueas para hacer lo bueno en medio de una audiencia hostil.
Amar la misericordia como José
De todos los comienzos difíciles que se relatan en la Biblia, el de José pudo haber sido uno de los peores. Sus hermanos, hartos de sus sueños de grandeza, lo lanzaron a un pozo, lo vendieron como esclavo y le dijeron a su padre que su hijo favorito había sido asesinado (Génesis 37). ¿Usted consideraría eso una familia con problemas?
Los próximos años le trajeron a José buenos y malos ratos. Momentos tales como pasar de ser un esclavo en Egipto a ser el siervo principal de un hogar prominente o de una prisión sucia a ser el segundo al mando de todo Egipto (Génesis 39–41).
Y cuando los hermanos de José fueron a Egipto en busca de alimento debido a la hambruna, su posición le dio la oportunidad de vengarse por lo que le habían hecho. Sin embargo, José hizo lo opuesto. No solo los perdonó sino que les dio alimento y hasta los mudó a las mejores tierras de Egipto. José comprendió que Dios lo había envidado a Egipto con el propósito de mantener a su familia y por eso los trató con misericordia (Génesis 45:5–8; 50:20). Eso es amar con gentileza.
Ser humilde como David
Quizá David aprendió a ser humilde desde pequeño por ser el más joven de una familia de pastores. O quizá la aprendió cuando tuvo que depender del Señor para que lo liberara del gigante Goliat. Tal vez aprendió a andar en humildad durante los muchos años huyendo del rey Saúl o tal vez al darse cuenta que sus victorias militares seguían invencibles gracias a la obra de Dios en su vida. Pero, no lo olvide, la humildad genuina requería más de David.
En el Salmo 51, vemos a un hombre contrito y quebrantado. David descubrió, durante un fracaso cataclísmico, que las circunstancias debían volverse en su contra antes de aprender la lección de la humildad. Cuando cayó delante de Dios y los hombres, se dio cuenta lo mucho que necesitaba la gracia, la restauración y la renovación de Dios en su vida. David aprendió por las malas a andar humildemente ante Dios.
Las vidas de estos hombres conmueven nuestros corazones y nos impulsan a actuar. Hay muchos más como ellos. Moisés le pidió a Dios que tuviera misericordia de Su pueblo. Job se apoyó en la soberanía de Dios durante su sufrimiento. Nehemías hizo lo correcto en medio de una oposición continua.
Los principios detrás de las palabras de Miqueas permearon las vidas de estos santos del pasado y a pesar de su antigüedad, esos ejemplos poderosos siguen dándonos una perspectiva práctica hasta el día de hoy.
El año continuará manteniéndonos ocupados. Pero cuando las presiones abrumadoras de la vida nos acosen, extraigamos sabiduría de estos principios prácticos y aprendamos de la vida de estos hombres de Dios, en tanto que practicamos la justicia, amamos la misericordia y andamos humildemente ante Dios.